CAMINANDO POR MADRID.- Cuartel del Conde Duque.- Plaza de los Guardias de Corps

P1040033Continuando con nuestros paseos por Madrid, si partimos desde el Museo del ABC, por la calle Limón llegamos a la calle Conde Duque, donde se encuentra el “Cuartel del Conde Duque”, es un edificio de estilo barroco (churrigueresco) construido a partir de 1717 por el arquitecto Pedro de Ribera por orden del rey Felipe V, para el alojamiento de las compañías reales de los Guardias de Corps (cuerpo militar de élite creado en el año 1704 como custodia personal de los reyes).

El arquitecto madrileño proyecta un gran edificio con planta rectangular, en el que consigue armonizar funcionalidad y belleza. Las caballerizas se situaban en la vecina manzana 543. Para procurar perspectiva a la portada, Ribera trazó una pequeña plaza frente a ella.

Se edificó tomando terrenos de cuatro pequeñas manzanas pertenecientes a Juan de Chaves, en una de las cuales construyó su quinta Gaspar de Guzmán. El edificio resultante fue un caserón de 244.365 pies cuadrados, con el número 550, y para el cual Ribera diseñó una llamativa portada, que resulta ser el ornamento más importante de la construcción. Dicha portada, situada en la fachada este, fue muy criticada por los clasicistas del siglo XVII y XVIII. Las dos líneas principales se corresponden a las fachadas este y oeste. En el interior del cuartel existen tres grandes patios, siendo el central el mayor.

P1040028En el año 1869 un fuerte incendio destruyó los pisos superiores, y casi hizo desaparecer la torre situada en la fachada oeste, que había sido utilizada como prisión para numerosos personajes políticos. Este hecho provocó la decadencia de las instalaciones.

En el año 1969 el edificio dejó de tener uso militar, y comenzó a ser rehabilitado por el bajo encargo del Ayuntamiento de Madrid. En 1975, existió un plan para derribarlo y construir un edificio de ópera.

En 2006 el Ayuntamiento comenzó un nuevo plan de rehabilitación (interior, fachada y cimientos) que duró hasta el 2011.

En la reforma se ha intentado buscar un equilibrio entre el pasado y el presente y dejar constancia de todas las épocas.

Sobre el zócalo de piedra de la fachada, una inscripción en latín, lema de los Reales Guardias de Corps, y la Cruz de San Jorge de la Orden de Montesa, en homenaje al último regimiento de caballería que lo ocupó, recuerdan el pasado militar del edificio.

El arquitecto, Carlos de Riaño, ha optado por dejar los muros en ladrillo visto en lugar del revoco original. Los ventanales han recuperado su tamaño original, habiéndose eliminado el adorno de piedra colocado en el siglo XIX.

También se ha recuperado el tercer piso perdido tras uno de los incendios, que únicamente se conservaba en la fachada que da a la calle del Conde Duque. Las tradicionales tejas árabes han sido sustituidas por frías placas de cinc que ocultan los modernos sistemas de servicios del edificio (luz, gas).

En uno de los lados del patio sur, se ha mantenido el color rosado del muro bajo las antiguas tejas de barro, alguna chimenea, y las buhardillas, todo ello como testigo de la anterior reforma.

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Frente al Cuartel del Conde Duque, con vistas a sus muros y al prodigio de piedra de su puerta principal, se abre la Plaza de los Guardias de Corps, pequeño parquecito situado entre las calles de Conde Duque, Limón y del Cristo. En tiempos fue conocida como Plaza del Limón.

La Plaza de los Guardias de Corps es un lugar casi legendario, un lugar de historia, de literatura y de vida. Pérez Galdós, situó en la plaza el colegio de Luisito Cadalso, el protagonista de Miau y Almudena Grandes en su novela El Corazón Helado, la también protagonista Raquel Fernández vive en dicha plaza.

El nombre de la plaza no puede estar mejor elegido. Se refiere a los Guardias de Corps que tuvieron en el Cuartel de Conde Duque su cuartel principal. Estos tienen origen francés, pertenecen a la guardia real y llegaron a España de mano de Felipe V.

La plaza sólo tiene dos números, 1 y 2, con curiosas fachas de influencia modernista, que la embelleces en contraposición con el muro liso de enfrente.

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Destaca en el parque el busto en piedra Clara Campoamor. El monumento, que sólo lleva viviendo allí desde 2006, rememora a una de las vecinas más ilustres del barrio (vivió en la calle Marqués de Santa Ana), gran impulsora del voto femenino en España. A menudo, sobre la gran cabeza de piedra de Campoamor se posan las palomas.

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Resulta muy agradable sentarte en la plaza a leer, perderte en los detalles de las fachadas o sentarte a tomar unas cañas en una de sus terrazas.

 

Ana Pulido.- Vicepresidenta de Coordinación A.E.P.

 

 

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