LA LOCURA FLOTA EN EL AIRE

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Quería compartir con vosotros, queridos seguidores y amigos de Arco Europeo Progresista, la noticia del accidente aéreo de estos últimos días donde se ha confirmado la voluntad del copiloto Andreas Lubitz para estrellar un avión Airbus 320 de la compañía filial de Lufthansa Germanwings.

Mi indignación tiene que ver con la inadecuación en los controles psicológicos realizados en profesiones de tan alta responsabilidad como pilotar una aeronave. Es intolerable el adjudicar un diagnóstico de depresión, según comentan los medios de comunicación, a lo que en realidad es un desequilibrio de gravedad como el que padecía este copiloto y con una evolución en su historial médico de varios años.

Estamos viviendo una época terrible en los diagnósticos y peritajes psiquiátricos donde se elige generalmente solo un método fenomenológico y se desecha el abordaje psicoanalítico de los procesos mentales. Para el diagnóstico muchas veces solo se utilizan cuestionarios y tests, buscando con ello, una supuesta objetividad y haciendo desaparecer el diagnóstico etiológico y estructural, ocurriendo pues que muchos cuadros psicóticos graves no desencadenados pasan como depresiones o trastornos bipolares  y donde de haber tenido en cuenta la exploración psicoanalítica inicial se hubiera podido precisar una estructura  psicótica de base.

Esto es debido a un imperativo en los diagnósticos psiquiátricos del manual DSM V, promovido por la Asociación Psiquiátrica Americana y que afortunadamente muchos profesionales se atreven cada vez más a cuestionar.

Los cuadros clínicos de psicosis no se diagnostican sino es cuando ya están desencadenados, donde irrumpe algo de lo fenomenológico, en definitiva cuando se puede objetivar.

En mi consulta veo muchos diagnósticos de este tipo, como esta sucediendo en las primeras aproximaciones con el cuadro de Andreas Lubitz. Si un psiquiatra diagnostica una psicosis,  cambia la posición social y laboral  a ese paciente. Es cierto que un diagnóstico puede estigmatizar a un sujeto, pero es también cierto que hay profesiones, donde está implicada la seguridad de otros y en donde se debe ser más precavido. Cada vez menos psiquiatras se aventuran a formular un diagnóstico diferencial con cuadros psicóticos, si dicha psicosis no está ya desencadenada en forma de esquizofrenia o paranoia, por ejemplo, y optan por lo depresivo, que puede estar, no lo dudo en los cuadros psicóticos, incluso como entidad primaria en la antes llamada psicosis maniacodepresiva, y ahora trastorno bipolar tipo I pero no siendo lo nuclear de las psicosis no desencadenadas. En la depresión predomina más la inhibición, la culpa, el autorreproche y la autoagresión. En los cuadros psicóticos la impulsividad es mucho mayor y la agresividad como pulsión de muerte mucho mas marcada ante cualquier frustración.

La estructura psicótica tiene una cabida muy clara en psicoanálisis y es relativamente fácil de descubrir tras unas pocas entrevistas preliminares, la  experiencia con estos pacientes permite darse cuenta con claridad de este tipo de situaciones. Permite un seguimiento del paciente y una cautela, aun no siendo un cuadro clínico florido.

He conocido algunos pacientes como Andreas Lubitz en mi consulta, mal diagnosticados, hipermedicados con antidepresivos y he confrontado la situación con otros profesionales de la salud mental y desgraciadamente el tiempo acaba  dándome la razón cuando se produce el brote psicótico del paciente.

Para el diagnóstico de la psicosis no desencadenada el abordaje psicoanalítico es fundamental y esta muy olvidado en la formación de los jóvenes psiquiatras.

Pero sabemos que lo que en realidad importa es el dinero, en este neocapitalismo feroz, y donde lo que prima es el beneficio de los laboratorios productores de antidepresivos, por tanto cada vez  son más  los diagnósticos de depresión.

En una sociedad donde la tecnología al servicio de la comunicación está tan avanzada, nos encontramos con que un enfermo muy grave tenía la capacitación para pilotar una aeronave, sin que nadie frenara esta situación.

Siniestra y espantosa circunstancia en un mundo donde parece que la locura campa a sus anchas.

Preguntémonoslos que clase de sociedad estamos construyendo, donde la hipocresía y el antiamor son los amos.

Inaceptable lo sucedido por tanto.  Os alerto de que muchos pacientes como Andreas Lubitz están por la calle, mal diagnosticados, quien sabe si pilotando qué aparato.

Lo real hace efecto de locura, lo real ha entrado en lo social, pero por favor dejemos de abusar de “lo depresivo”, que puede estar desde luego en cualquier cuadro clínico psiquiátrico y llamemos a las cosas por su nombre con precisión.

Y por favor, que la escucha psicoanalítica pueda tener cabida de nuevo en la psiquiatría donde parece que cada vez se la da más la espalda.

Alfonso Gómez Prieto

Médico-Psicoanalista, Director del Arco Psicoanalítico de AEP

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